Por enésima vez, miles de poblanos marchan por las calles de Puebla, como en el resto del país, para protestar por lo que consideran un fraude electoral el primero de julio, y la intención de imponer a Enrique Peña Nito como presidente de la república.
Esta marcha fue parte de un movimiento nacional que tiene como objetivo presionar a las autoridades del Tribunal Federal Electoral para que emitan una resolución apegada a derecho.
La invitación se hizo por medio de las redes sociales, que son ya de hecho el quinto poder, en la que participaron a todos los mexicanos para reunirse en todas las plazas del país para manifestar su inconformidad y proponer los pasos que corresponden para construir el futuro de México.
En Puebla de Zaragoza, la marcha inició, como ya se va haciendo costumbre, en el mausoleo al general Ignacio Zaragoza, en la zona de Los Fuertes de Loreto y Guadalupe, de ahí partió al bulevar 5 de Mayo hasta la 5 Oriente, y el zócalo como meta final.
Poco a poco, miles de poblanos se fueron integrando al contingente, hasta formar un grupo de más de 10 mil personas, que integraron una columna impresionante que llamó la atención de poblanos que probablemente no estaban convencidos, como es el caso de una personas de la tercera edad, que armada con un utensilio de cocina, se integró al ejército de inconformes en la 18 oriente y bulevar 5 de Mayo.
Es importante destacar, que aproximadamente un hora antes de la marcha, un grupo de delincuentes se dedicó a pintarrajear el paso a desnivel del bulevar 5 de Mayo y 2 Norte, con la intención seguramente, como aseveraron participantes a la marcha de protesta, de provocar que las autoridades policiacas intervinieran y reprimieran la marcha anti Peña Nieto, que siempre fue pacifica. Afortunadamente dos vándalos fueron detenidos por policías municipales. Ahora es importante conocer la declaración de estos infractores de la ley y quién les pagó para cometer tales delitos.
Finalmente la marcha concluyó en el zócalo de la capital poblana, como ya se va haciendo costumbre, en medio del entusiasmo y la confianza en que las autoridades emitan una sentencia apegada a lo que marca la Constitución, nada más ni nada menos
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