MONTE DE CHILA, COMUNIDAD DEVASTADA EN LA DÉCADA DE LOS 60' S AHORA ES UNA PRÓSPERA ZONA CAFETALERA.
ÁNGEL Ibáñez Fonseca.
Esto fue recordado por un anciano, (a quien le dicen precisamente “el viejo”) en esa época un niño, quien asegura ocurrió lo anterior a consecuencia de los actos delictivos por parte de los miembros de esta comunidad; que la hacían insoportable, para los habitantes de otras poblaciones vivir.
En entrevista narró que robos, secuestros, violaciones, y otra serie de delitos eran perpetrados con total impunidad por la gente de Monte de Chila, sin que las autoridades locales hicieran o pudieran por falta de recursos hacer algo; pero cuando el gobierno federal actuó, no quedaron del lugar más que ruinas.
Monte de Chila, como ya se dijo, pertenece al municipio de Jopala, en ese tiempo se accedía a caballo o caminando por las veredas que había, aunque nadie quería ir ahí, sin embargo, era paso obligado para quienes iban hacia Villa Juárez o Huauchinango.
Por lo que quienes transitaban por esos lugares tenían miedo de pasar y se consideraban con mucha suerte si es que no les ocurría nada a sus pertenencias y a sus personas; comerciantes, pastores, personas que iban a las comunidades grandes por víveres, tenían terror.
“Pues encontraban muchas veces cuerpos en estado de descomposición, de quienes habían sido asaltados”; recuerda esta persona, quien a pesar de la llegada del llamado progreso a esta zona, sigue vistiendo ropa sencilla de campesino, pero muy cómoda para realizar la labor en los cafetales, pues es una de las principales actividades de los tres municipios mencionados.
Ahí se confirma la frase de que el “café de altura es el mejor”; pues Monte de Chila y estos municipios pertenecen a la Sierra Norte de Puebla.
“La mañana de un día de junio de 1965, el Supremo Gobierno decidió intervenir con la finalidad de evitar siguieran cometiéndose esa serie de delitos que tenían asolada a la población; elementos de infantería del ejército, apoyados por tanquetas, dicen que más de 2000, cercaron Monte de Chila, destacándose en poblaciones de los alrededores; entre ellas las comunidades de África, Chicontla, Tleolantongo y Tlapacoya”.
“No dejaron entrar ni salir a nadie; a quienes llegaban al lugar les pedían identificación para verificar si pertenecían a dicha población”.
“Me acuerdo que se oía a lo lejos el sonido de las metralletas y se veían surcando el cielo aviones de la fuerza aérea que peinaban la zona; dicen que de 500 personas que eran no quedo nadie vivo, y que todo, casas y la misma iglesia, las tiraron, las devastaron.
Sí logró escapar alguno de ellos, no se sabrá nunca, santo remedio, la población por un tiempo volvió a la tranquilidad, me decía mi padre”.
“Con el paso del tiempo algunas personas todavía acuden al lugar, a ver que se encuentran, porque hubo mucha rapiña, pues ésta comarca era como lo que ahora es Tenancingo, en el Estado de Tlaxcala, próspero debido a sus actividades delictivas”.
“El templo del lugar quedó entre ruinas y su campana, que es muy grande, quedó semienterrada, nadie se la ha podido llevar, a quienes lo intentan, les sucede algo que se ha convertido en leyenda, pues en el intento de sacarla y llevársela les agarra la noche, pernoctan y al otro día la campana está en el mismo lugar de donde la querían sacar, parece que camina y se regresa al templo, o lo que quedó”.
“Dicen que cada 24 de junio, día de San Juan, si está uno cerca de la zona, se pueden escuchar, la campana tocando para misa, los gritos de la gente que masacraron y el tableteó de las metralletas”.
“También dicen que ahora este lugar que continua con pocos habitantes ya es una zona cafetalera próspera; pues cientos de hectáreas con sus cerros y demás, fueron compradas; aseguran por un prestanombres de Don Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de México, el llamado “Innombrable”.
“Y francamente yo sí lo creo, pues esta zona ya cuenta con una pequeña pista aérea, y a pesar de que es una población pequeña, ya tiene acceso vía carretera, cuando a otros lugares todavía se accede por veredas”; concluyó.
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