POLÍTICA

lunes, 13 de diciembre de 2010

Critica Boff jerarquía, totalitarismo, falta de visión ecológica y de respeto a las mujeres en la Iglesia Católica


México D.F., 13 de diciembre de 2010 (Cencos).-En su primera aparición pública en nuestro país, el teólogo y humanista Leonardo Boff habló ampliamente sobre la actual crisis institucional y moral de la Iglesia católica y lo retos más importantes que las comunidades creyentes deben enfrentar para rescatar a la iglesias desde la base y el laicado y no desde el poder jerárquico.

Enfatizando desde su primera intervención que la Iglesia es ante todo comunidad de creyentes, señaló la profunda e insalvable brecha que se ha abierto entre la iglesia jerárquica y el movimiento de Jesús, donde pervive la auténtica experiencia cristiana; dijo en este sentido que la actual crisis, a su parecer mayor que la de la Reforma de Lutero, no está principalmente en la Iglesia comunidad, sino en la institución por la pedofilia y la desmoralización de este sector jerárquico, cuyos pecados y crímenes contra víctimas inocentes ha tocado el corazón mismo del sistema patriarcal y de poder que impera en las iglesias.

Denunció asimismo, que al Vaticano le ha costado reconocer las raíces profundas de este problema, que están en su comprensión errónea de la sexualidad y en el celibato, y lamentó que no se hayan dado soluciones sino a medias a esta problemática, porque no se han establecidos los mecanismos para impedir que estos atroces abusos se sigan dando al amparo de la institución.

Con todo, el pensador brasileño afirmó que la más grande crisis eclesial no viene de la pedofilia, sino de cómo la jerarquía eclesiástica ha organizado el poder, de manera autoritaria y concentrando en la figura del papa todo el poder y atribuciones que sólo le corresponden a Dios. Esto se ha manifestado en últimas décadas en un proyecto de restauración del sistema totalitario en el catolicismo, que interpreta el Concilio Vaticano II (que proponía la renovación de la Iglesia) a la luz del Concilio Vaticano I, que reafirmó la infalibilidad del papa.

Otro punto de conflicto la ubicó Boff en la postura de Benedicto XVI de romper totalmente el diálogo con la modernidad y más bien combatirla como algo totalmente negativo y proponer un nuevo proyecto de reconquista del mundo, empezando por Europa, para que la iglesia vuelva a ganar visibilidad, sin importarle ya su misión de ser mensajera de justicia y paz en la sociedad. Dijo que esta actitud es un pecado contra el Espíritu Santo por parte de Ratzinger, pues ignora que el Espíritu llega primero que la iglesia a los hombres, y en la humanidad hay una bondad que no se puede negar.

En este sentido, abundó, Benedicto XVI ha cometido muchos errores de gobierno, pues mientras ha aceptado a los grupos más reaccionarios y conservadores del catolicismo, se ha enemistado y entrado en conflicto con el judaísmo, el islam, las iglesias evangélicas y con las iglesias de América Latina, donde vive la mayoría de la Iglesia: hoy el cristianismo es una religión del tercer mundo y esa mayoría no tiene representatividad en los órganos de decisión, antes bien son sujetos de control y castigo por parte de la curia vaticana. Por todo ello, remató Leonardo Boff, el papa no tiene la altura de ser pastor.

Con Ratzinger y desde antes con Juan Pablo II, la iglesia ha dejado de lado su misión principal, que es la de promover a nivel mundial la justicia y la paz; tampoco posee como institución una visión ecológica crítica, pues piensa que el sistema avasallador de la dignidad de la humanidad y de la tierra, es bueno. ¡Cómo le hace falta al papa un poco de marxismo! Expresó, para que le ayude a entender que la explotación de la tierra viene del sistema capitalista.

Finalmente, dijo, esta crisis enorme de visibilidad y de liderazgo eclesiástico no le ayuda a rescatar la dimensión de lo sagrado de la creación, ni a respetar los derechos humanos, sobre todo de las mujeres. Con ellos, la iglesia corre el riesgo de volverse insignificante en la historia. Por ello, son los laicos, y en especial las mujeres, quienes tiene la misión de “salvar” la iglesia de su jerarquía, hacerla entrar en razón para convertir el poder en servicio y en amor, que es lo auténticamente cristiano y bíblico.


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