Por David lópez
Se dice que quien acusa tiene la obligación de comprobar. Es una buena manera de frenar acusaciones de corrupción. “Los acusamos de ladrones no de pendejos”, dice la vox populi.
Es así como algunos “burócratas” pobres en el ejercicio del poder público se hacen millonarios, como los que acaban de salir; de “bolero a millonario”; o de "cemitero a millonario".
Así ha sido por mucho tiempo, sexenio tras sexenio, o trienio tras trienio en el caso de las presidencias municipales y como el que entra tapa al que sale, se hace una cadena de impunidades en el saqueo del erario. Luego de cada periodo gubernamental nuevos millonarios, por eso se tapan, porque además alcanza para “salpicar”.
Dicen los diputados de la actual legislatura que a Marín le aprobaron sus cuentas porque no le encontraron nada “chueco”. Es decir, todo mundo comenta y ve el enriquecimiento inmoral de la administración de Marín pero que nada se le pudo comprobar. Marín y cómplices cumplieron con eso de que lo mal hecho se hace bien hecho.
No hay mucho que investigar de Marín y cómplices, nada más que expliquen cómo es que se hicieron ricos. Que revelen como recibiendo un salario se hicieron millonarios. Es ahí donde tendría que entrar la Secretaría de Hacienda y el Congreso del Estado, pero es obvio que todos tapan sus “transas”.
Hace unos días el periodista Ricardo Morales en su columna Serpientes y Escaleras confirmó lo que todo mundo sabía, que Valentín Meneses Rojas se convirtió en notario público de la Notaría No. 28 de la que fue titular Carlos Trujillo. Cuando todavía cobraba como secretario de Gobernación Valentín Meneses Rojas, se dijo que había comprado la Notaría No. 28 en un millón de dólares, y que era para su esposa. Era lo que se decía.
Unas cuantas semanas de ese rumor se confirmó, el famoso Vale es Notario, claro que, dicen, tuvo que cumplir con varios requisitos: el primero que el Notario titular, es decir Carlos Trujillo lo nombrara como auxiliar, pero con la autorización del gobernador, que podría haber sido Mario Marín, aunque dicen que su compadre no fue el que aprobó el nombramiento (¿?). El segundo es que tendría que haber sido triunfador de en un examen de oposición, requisito que parece ser que tampoco cumplió.
Dicen que el Vale no compró la Notaría porque la ley prohíbe este tipo de transacciones. Dicen que el fedatario Carlos Trujillo quitó a su hijo Carlos el cargo de auxiliar de la Notaría para entregárselo a Valentín Meneses, simplemente porque estimaba al Vale. La verdad es que nadie se traga el cuento de que Trujillo le dejó la Notaría por amistad y de “gorrita café”. Además nadie seria tan tonto como para hacer un documento de compraventa en algo que está prohibido. Sin embargo, si existiera la voluntad de aclarar el asunto se puede rastrear el origen y destino de un millón de dólares, que no es cualquier cosa.
Si de verdad el Vale “compró” la Notaría en un millón de dólares como seguramente así fue, de donde sacó el Vale un millón de dólares? ¿Del sueldo de burócrata? ¿De la venta de cemitas? No es difícil imaginarlo, dije imaginarlo, más no probarlo. A Mario Marín y camarilla no los acusamos de corruptos o de ladrones, nada más que expliquen legalmente el origen de sus fortunas.
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