Campesinos de comunidades del municipio recibieron patadas de la policía de Ardelio Vargas por protestar por la burla de que son objeto de parte de sus autoridades.
Se sospecha de un auto saqueo a la
presidencia para aumentar cargos a
inconformes..
Ya va a cumplirse un mes de la represión
que realizó la policía estatal a los habitantes del municipio de Tlachichuca. Fue el propio Ardelio Várgas
Fosado secretario de Seguridad Pública quien encabezó la agresión, como si se tratara de la segunda versión de
Atenco.
Los gorilas con uniforme llegaron a Tlachichuca, no a poner orden, sino
a agredir a todos los pobladores con la intención de amedrentarlos, utilizando
los métodos más ruines, contra hombres mujeres y niños, no solamente en la zona
del conflicto que fue el zócalo sino en otras calles de la población.
Lo sucedido en Tlachichuca según lo
investigado por este medio parece ser planeado. Veamos:
Meses atrás, durante un evento con el
gobernador del estado en ese municipio, varias personas le manifestaron su inconformidad por la falta
de apoyos. En esa ocasión, una de las personas detenidas, Socorro Islas le
preguntó personalmente al gobernador Rafael Moreno Valle por qué no llegan los
apoyos a Tlachichuca, lo que motivó el enojo del presidente municipal Jonathan
Collantes ordenando su detención, por “faltarle al respeto al gobernador”.
Unas semanas antes, durante el informe del
presidente municipal, igualmente gritaron sus inconformidades interrumpiendo
por varios momentos el mensaje del edíl, lo que también provocó el enojo del
alcalde, conocido también como “la muñeca”.

Los disturbios que se dieron posteriormente
a la represión, “se sospecha”, fue provocado, es decir, que el saqueo de
papelería y computadoras fue un auto robo para aumentar los cargos a los
detenidos.
Es necesario recordar que los campesinos
que se manifestaron, no son, en su mayoría, de la cabecera municipal, sino de
comunidades pertenecientes a Tlachichuca, quienes enojados por la no atención y
burla de las autoridades, decidieron congregarse para exigir, entre otras cosas
la entrega de fertilizante.
Como respuesta, los campesinos detuvieron
al Alfredo Collantes y le advirtieron que no lo soltarían hasta que se presentara
el presidente municipal, su hermano, petición que nunca se cumplió, primero lo
amarraron a un poste, y al paso del tiempo lo trasladaron al frente del zócalo
para atarlo al asta bandera, y también lo curioso es que Alfredo siempre se
mantuvo con una sonrisa burlona, sabiendo primero que los campesinos no le
harían daño y segundo que pronto llegaría la policía estatal a golpearlos.
La orden que tenían los uniformados era
golpear a la mayor parte de habitantes, tuvieran o no que ver en el conflicto,
tan es así que las camionetas de la policía recorrieron las calles del pueblo
para insultar a la gente y para arrojarles gas lacrimógeno.
Nosotras estábamos paradas aquí en la
esquina, nos dice un grupo de mujeres afuera de su casa, a dos calles del
zócalo, primero pasaron unos judiciales, diciendo métanse que esto se está
poniendo feo, y atrás de ellos camionetas con policías gritando groserías y
arrojando gas lacrimógeno, intoxicando a todos, incluidos niños.

Es
decir, a la gente que únicamente pedía se presentara el presidente la golpearon
y detuvieron y a los que saquearon nada les hicieron, ¿Sospechoso no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario