Por Mireya Ramírez Martínez.
Obras de infraestructura no son políticas públicas, y en el turismo esto no es una excepción.
Si solamente tratamos de impresionar a los turistas que Puebla espera en el magno evento del Tianguis Turístico del 2013 con las grandes avenidas pavimentadas con cemento hidráulico, y nos olvidamos que por ejemplo la falta de normatividad en la venta de alimentos podríamos decepcionarlos cuando al llegar a restaurantes de hoteles de cinco estrellas les sirvan alimentos a punto de descomponerse, tal como está ocurriendo ahora mismo.
O peor aún, tal vez decidirán no regresar a Puebla en cuanto se topen con las cuentas estratosféricas por pagar en los restaurantes del zócalo o del Paseo San Francisco merced al diseño extravagante de los menús que tornan dudosos los precios.
Ni qué decir en cuanto a que ni los poblanos pueden disfrutar del Zócalo que más bien parece permanente concentración de oposición política mientras la periferia permanece desierta, porque las autoridades decidieron centrar todos los conciertos y exposiciones en el centro de la ciudad.
Tampoco ha existido el suficiente cuidado en que la máxima exposición comercial del estado, la Feria de Mayo, realmente muestre a los visitantes qué produce Puebla, sus artesanías, sus atractivos y su producción industrial, y que haya una verdadera razón para visitarla porque esto no se verá en ningún otro lado; hoy sólo es una gran exposición de baratijas extranjeras que se pueden adquirir por unos pocos pesos.
Además de concientizar a la población en general y sumarlos a esta estrategia económica, de tal manera que traten bien a los turistas, que les den información correcta en vez de desorientarlos como ancestralmente ha pasado.
También significa que haya más seguridad en las calles del centro, donde ahora pululan raterillos, y ante la nula intervención policiaca –porque los oficiales están muy ocupados evitando que los comerciantes ambulantes se instalen-, los comerciantes cuidan a sus clientes poniendo letreros en cartulinas en la esperanza de que los asaltos sean menos.
Sin contar que el turismo requiere mayor atención a la cultura, con el fin de que todos y cada uno de los habitantes de Puebla reconozcan los sitios históricos, puedan referir los hechos más relevantes que aquí han ocurrido y se sientan orgullosos de su poblanidad.
Si la estrategia que impulsará al desarrollo económico del estado es el turismo, el gobierno estatal como rector deberá tomar las medidas pertinentes para que muchos de los pueblos del interior sean también atractivos a los visitantes y apoyar el desarrollo de la hotelería y expendio de alimentos. Así la derrama económica global al estado evitará la disparidad social y todas sus consecuencias de concentración urbana.
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