“Puta de pensamiento, obra y omisión y no me siento culpable de serlo”, decía una pancarta que una joven portaba orgullosa.
ÁNGEL Ibáñez Fonseca.
“El cuerpo de Adela Moro fue encontrado en su domicilio en la Colonia Naciones Unidas el 6 de mayo de éste año; tenía 39 años, fue asesinada a puñaladas”. “El cuerpo de Irma Flores, fue encontrado en Tecali de Herrera, junto al de sus hijos Abril y Brisa, de 4 y 6 años de edad, fueron golpeados y degollados en julio de 2011, Irma tenía 26 años”.
“El cuerpo desnudo de una mujer de entre 30 y 35 años fue encontrado la tarde del pasado domingo al fondo de una barranca en la colonia “Flor del Bosque”, en la ciudad de Puebla, la policía municipal la declaró como desconocida 107”; estos casos de feminicidio, producto del machismo que impera en nuestro país, nuestro estado y nuestra ciudad; fueron mostrados por el Colectivo de Mujeres “Bordando por la Paz”; quienes junto con otras organizaciones feministas marcharon el domingo pasado en la llamada “Marcha de las putas”.
Ese día un grupo de mujeres de todas las edades y de clase media y alta se manifestaron desde el Jardín del Carmen y después de recorrer la avenida 16 de Septiembre llegaron al zócalo; en donde exigieron el fin del machismo, que tiene como consecuencia la violencia verbal, psicológica, física y en muchos casos como los arriba presentados, las muertes que sufren miles de mujeres.
“Puta de pensamiento, obra y omisión y no me siento culpable de serlo”, decía una pancarta que una joven portaba orgullosa; otras más politizadas y conscientes de la necesidad de acabar con la violencia de género, vestían una playera que decía “Si soy puta, todas lo somos”.
A pesar de que todos entendemos el significado de estas frases, no acudieron a la marcha las verdaderas prostitutas o putas, quienes sufren en carne propia la trata de blancas o la explotación de “padrotes” que las obligan a trabajar para ellos. Tampoco amas de casa o trabajadoras de todo tipo con quienes las organizadoras del evento podrían hacer labor social y de concientización.
De todos modos, quienes acudieron al evento, exhibieron las limitaciones del discurso machista que justifica la violencia en contra de las mujeres al calificarlas bajo el estereotipo de putas por su forma de vestir o su comportamiento.
Durante el toda la marcha se escenificó un performance en donde varias mujeres de diversas profesiones y actividades eran arrastradas con cadenas por un hombre macho (porque también existen hombres que respetan a las mujeres y hombres que son abusados por las mujeres) que les gritaba putas, putas, putas; y que mostraba con ello la ideología que debe acabar pues hace daño tanto a hombres, como mujeres.
Al igual que los feminicidios, fueron denunciados el acoso sexual y el hostigamiento, así como el maltrato que reciben por los hombres millones de mujeres.
“Ni las trabajadores sexuales ni ninguna persona deben sufrir violencia”, comentó una de las participantes al manifestar su desacuerdo con la máxima que asegura que “son las mujeres las que provocan a los hombres y la violencia que se ejerce sobre ellas en el ámbito sexual”.
La marcha de las putas se originó en la ciudad de Toronto, Canadá. El 24 de enero de 2001, el policía Michael Sanguinetti; durante una conferencia, en la Universidad de York, sobre seguridad civil, indicó que “las mujeres deben evitar vestirse como putas para no ser víctimas de la violencia sexual”. Indignadas, mujeres canadienses salieron a marchar, el 3 de abril, vestidas de tacones, ligueros, escotes y minifaldas tomaron las calles de Toronto. La marcha expresa un movimiento que pretende decirle a la sociedad que no importa la vestimenta, el lugar, ni la compañía; nada justifica la imposición de relaciones sexuales o el acoso sexual. La mujer no provoca violencia ni agresión por ejercer libremente su personalidad, ideas y principios. En la ciudad de Puebla esta fue la segunda marcha de las putas.
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