martes, 13 de enero de 2015

¿QUÉ PREFIERES LA GLORIA O EL INFIERNO? ME DIJO MI MADRE CUANDO ME PUSO EL CUCHILLO CEBOLLERO EN EL CUELLO,  YO NO QUIERO UN HIJO PUTO
ÁNGEL Ibáñez Fonseca.
“¿Qué prefieres la gloria o el infierno?  Me dijo mi madre cuando me puso el cuchillo cebollero en el cuello,  yo no quiero un hijo así,te vas a morir pinche puto.
Ahora con el paso del tiempo, mi madre dice que siempre  me trató bien, que nunca me pegó, no se acuerda la vieja de todo lo que me hizo y a pesar de mis años, lo traumado que me tiene.
Cuando niño trabaje con ella en la calle, ahí dormíamos; de repente me gritaba   hijo de tu puta madre, trabájale porque de ahí tragamos todos, mis tías nunca me defendieron, las odio por eso, tapaban todo lo que me hacía mi madre.
Sí, me explotaba de niño, pero eso no me importaba; la bronca era aguantarle su carácter; tenía ocho años y nada más esperaba cualquier error para soltar un  cachetadon.
Cuando me anexaron por abuso de drogas y alcohol; a mi padrino Roberto  le  platiqué de todo esto  y me mandó  con unas personas  que me  hablaron acerca de mi situación, fue cuando  acepte mi preferencia sexual.
Porque  cuando era niño al comprender que era puto, vivía siempre escondido y en el anonimato, tenía temor que alguien se diera cuenta, pensaba que  me iban a agredir y todo fue por culpa del maltrato que me dio mi madre. La verdad fue un pedo para desinhibirme.
Sin embargó la violencia no la pude evitar;  yo vivía cerca de  “La  Cinco” una  vecindad  bien culera, allí fue mi despertar sexual, ahí me jalaron y me  violaron, un chingo de cabrones.
Un cabrón de la banda,  de aquí del barrio;  que ahora  ya me respeta, porque soy puto pero no cobarde, ese guey que hace rato te diste cuenta que lo mande a  la chingada, cuando era chico me violaba, cuando no estaba nadie, se metía a mi  casa, me agarraba y me violaba.
Ya grande, me quiso hacer lo mismo y le dije,  ya no estoy chiquito pendejo, ahora si te puedo romper tu puta madre, le dije. Quieres ver, y que le pongo sus madrazos, que lo agarro a tubazos, desquite mi ira con él. Ahora ya no me vas a agarrar como antes, le grite ahora ya no….
Me llevaba  a esa puta vecindad, “la Cinco”;  está a un lado del mercado de la Acocota;  pero desde esa vez  que le puse sus  trancazos, se comporta diferente, le bajó de huevos.
Por eso cuando  me encuentro a mi madre me pregunto ¿dónde estuvo ella?  Le valió madre mi vida; porque cuando se dio cuenta de mi preferencia sexual me corrió de la casa. Nunca estuvo cuando la necesite, yo quería que me ayudara, que me apoyará. No me quiso, le dio vergüenza tener un hijo homosexual. Y para qué me trato tan mal, si no me quería, porque permitió que naciera.
No sirves para nada, me decía,  que era yo un pendejo, nunca, según ella serví  para nada y por eso así soy, nunca he servido para nada. Nunca le di gusto a la vieja,  era yo un ser inservible me decía ¿Por qué no te pareces a tu primo, yo quiero un hijo como tu primo?
Sí yo fumo y tomo  no es porque sea un pendejo, sino porque yo he querido vivir la vida así. Sé que voy a trabajar, que voy a salir adelante, porque soy una persona trabajadora. Me gusta el trabajo. Yo nunca voy a manifestaciones del orgullo gay, esas son mamadas son tipos que lo tienen todo, quieren hacer su show y salir en la foto; vayan al carajo, la vida no es un carnaval, esa es  la verdad, la vida es otra cosa”.  
Me dijo “¿Quieres que te hable de mi madre, de cómo cuando me volví puto, o cómo aprendí a aceptar mi sexualidad, o que te hable de la banda, todos me conocen?” Le invité una botella de tequila; Ranchito escondido pues. Lo dejé  hablar, a veces  es mejor  en una entrevista que no haya nada establecido. No es necesario decir su nombre para qué y tampoco decir que lo que me platicó, esto  pudo ocurrir en cualquier barrio poblano.


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