lunes, 27 de mayo de 2013

Incapaces o alcahuetes para no imponer la ley...

Ayuntamiento e IEE se echan la bolita para no evitar  colocación de propaganda ilegal de Gali.


Alejandro Fernández Martínez

AJOS Y CEBOLLAS.Pues nada, déjame decir, que en materia de campañas políticas, existe un grave problema de autoridad, pues mientras el Instituto Estatal Electoral y el Ayuntamiento se echan la bolita, sobre quién es el responsable de meter en cintura a los partidos políticos para regular la presencia de pendones en la ciudad que ensucian el ambiente, los institutos políticos ni se inmutan ante la posibilidad de ser sancionados por el IEE, tal parece como dice el refrán “primero los quebró luego “biriguo””.

Mientras Armando Guerrero presidente del IEE en Puebla, señala que es responsabilidad del Ayuntamiento resguardar el inmueble urbano, la Comuna revira diciendo que es responsabilidad de instituto electoral.

¿A quien le hacemos caso los ciudadanos? Lo cierto es que los poblanos como siempre vamos a pagar los platos rotos, pues tendremos que aguantar el tiradero de propaganda que esta entre que se cae y no se cae, en tanto, afea la imagen visual, de lo que queda de nuestra ciudad, que a propósito luego  de las renovaciones en la zona de los Fuertes, no sabemos si aún goza del título de ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Todos nos hemos dado cuenta, que la propaganda de las dos Coaliciones en campaña, ha invadido calles de la ciudad en lugares que no deben ser utilizados, como postes de energía eléctrica, lugares históricos, y puentes peatonales entre otros.

Y  al parecer, las disposiciones del instituto regulador y del ayuntamiento, les viene haciendo a los institutos políticos, lo que el  “Viento a Juárez” se los pasan por el Arco del Triunfo y esto es una pena, porque si los partidos políticos fueran lo que dicen representar, mínimo deberían hacerse responsables en no violentar los acuerdos de una autoridad.

Había que imaginar, que será lo que ocurra luego del 7 de julio, cuando deba dar los resultados electorales, obvio será, que estarán frente a un escenario donde la credibilidad de su trabajo será valorado, y podría estar “al filo de la navaja”, con una ciudadanía dudando su efectividad, y unos partidos políticos descontentos, por un órgano que desde principio no supo imponer su ley.

 

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