martes, 22 de julio de 2014

La Constitución Mexicana, establece en su artículo 4, el deber que tiene el Estado de implementar medidas que garanticen el derecho a toda persona a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.

A UN AÑO DE LA CRUZADA NACIONAL CONTRA EL HAMBRE.
Por Alejandro Fernández Martínez.
Con movimientos nerviosos, una joven mamá con sus 18 años de edad, espera ansiosa en una esquina de nuestra ciudad, cargando a su bebé de apenas un año de edad, aguarda y espera con la desesperación del homicida, el niño que acaba de juguetear, inicia una serie de gemidos que anuncian sollozo, la madre lo consuela, pero la exigencia es mayor, ¡el hambre lo agobia ¡
Están por sonar las 17:30 horas, el comportamiento de esta familia, me hizo detener por un momento, en la espera, atrás de un centro comercial del sur de la ciudad, observé, que al igual que la mamá, el niño sufría una avanzada anemia.
Se inquieta más el bebé, y la madre ya no sabe qué hacer, parece que las lágrimas de su hijo amenazan, al igual que un torrencial aguacero que ya se apresta por la ciudad de Puebla.
Un automovilista que llega a su domicilio, observa detalladamente a madre e hijo, alista su bastón para bajar de su auto y pregunta, ¿tienes hambre? A lo que la mujer asiente con la cabeza, un tímido ¡Sí!.
Ya abajo, el hombre de unos ochenta años, abre su cochera y entra, cierra su portón, y todo sigue igual.
¡Con sorpresa para mí!, observo, cómo de lo profundo de un contenedor anclado en el área de descarga del Centro Comercial, -de esos que crecen como hongos pululando por todas partes-, surge del pestilente contenedor, cual  clavadista olímpico, exigiendo oxigeno de la superficie, un hombre flaco, que de un salto felino se planta en el suelo, y huye, simulando tranquilidad.
Cargando una bolsa de plástico, hace una seña a la joven mujer, que instintivamente acude, casi como elevada del piso, sin recapacitar, agradeciendo el poco tránsito, cruza la calle.
Simulando el aterrizaje en “paracaídas”, Madre, Padre e Hijo, se arremolinan en torno a la bolsa de plástico, la sombra de un árbol, les impide ver los nubarrones grises y negros de la tormenta que se avecina.
El papá, recargado a la pared, la mamá de frente con las piernas abiertas, convierte su lugar, en un corral donde suelta al bebé, mientras hurga con desesperación la bolsa que proveo el marido.
Sin descanso, el joven padre regresa a remover otro contenedor más chico, la madre atiende al infante, con alarmantes bocanadas, inicia sola su carrera contra el hambre, al tiempo que espulga y mantiene cuidado al bebé, y ofrecer al bebé lo que no lo pueda atragantar.
Ya con menos suerte, el joven, con un palo que usa como trinche para revisar más deshechos, refunfuña, en tanto, del lujoso domicilio, aquel viejo que prometió comida, sale de su residencia, cargando una bolsa, de la cual asoman alimentos en buen estado, el joven cruza la calle y recibe la donación.
Sin molestar a su familia, se incorpora a la improvisada mesa y disfruta lo ofrecido por el contenedor, mientras la bolsa con alimentos  frescos, -parece velará armas-, hasta ser devorada en casa, o al día siguiente.
Ante la escena, con un nudo en la garganta, interrumpiendo lo sagrado que significa el ingerir nuestros alimentos, ¿pregunte? vienen de algún país centro americano, ¡no!, respondió Víctor Hugo, vivimos en el 6318 de la calle Alcatráz de la colonia Bugambilias de esta ciudad.
¿No te gusta trabajar? Cuestioné, Víctor Hugo, con ansia respondió, ¡Claro que sí! Sólo que no encuentro trabajo, Si usted tiene alguno, ¡Hasta de albañil le hago!
Sin otra cosa que hacer, más que mí promesa de recomendación, saque unos cuantos pesos, y rogando por la criatura, ordené compraran leche para él, asimismo pedí cuidarlo, por ser quién más  apoyo necesita.
Mari Jose, la joven mamá a punto de romper en llanto, agradeció con una serie de bendiciones, en tanto Víctor Hugo, el papá me despidió sin poder hilar palabra, sus ademanes lo dijeron todo.
La Constitución Mexicana, establece en su artículo 4, el deber que tiene el Estado de implementar medidas que garanticen el derecho a toda persona a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.
México pertenece al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, donde se reconoce el Derecho Fundamental de toda persona a protegerla contra el hambre.
Entre otras cosas, México pertenece al Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos Sociales y Culturales.
Desde 1945 nuestro país, suscribió la Constitución de las Organizaciones de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Por último, el recién decreto para establecer El Sistema para la Cruzada Contra el Hambre en su artículo Segundo inciso I.- establece Cero Hambre, II.- Eliminar la desnutrición infantil aguda, III.- Aumentar la Producción de Alimentos. Entre otros.
Puebla está considerada, en su artículo Tercero de la “Cruzada Contra el Hambre”, en su primera etapa, como uno de los 400 municipios seleccionados con base a la incidencia de pobreza extrema, así como en el número de personas en esta condición y personas con carencia de acceso a la alimentación.
De igual forma, Puebla a sepultado miles de millones de pesos en Concreto Hidráulico y obras de relumbrón, con cargo para el erario público. 
Con estima para la familia de Víctor Hugo.


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