miércoles, 23 de enero de 2013

Las amas de casa lo utilizan como desinfectante...

Aumenta la contaminación por plomo en seres humanos y en el medio ambiente
El plomo es un metal que se conoce desde el año 400 años antes de Cristo en Egipto. Desde entonces se le han adjudicado diversas enfermedades, una de ellas es la intoxicación de plomo en sangre llamada plumbismo o saturnismo.

Con el paso del tiempo este tipo de contaminación tanto en el ser humano como en el medio ambiente ha aumentado, explicó Isidoro Lezama Maximiliano, alumno del noveno cuatrimestre de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP, quien realizó una investigación para determinar plomo en cloro comercial.

“En estudios realizados en Groenlandia en los glaciares de hielo se demostró que un gramo de hielo contenía uno por 10 a la menos 9 gramos de plomo, 200 años más tarde aumentó 20 veces”.

Esta situación se debe a que este metal era utilizado por los habitantes de antaño para elaborar sus productos, “por lo que un recipiente de cobre era recubierto por plomo para dar un sabor más dulce”.

Sin embargo, cuando el plomo ingresa al cuerpo humano ya sea por respiración, ingesta o contacto con la piel, desplaza a otros metales benéficos para el organismo como el hierro que está unido a la sangre.

Actualmente, dijo que gracias a la norma ISO 9000 y diferentes normativas, así como por las problemáticas que se han generado al respecto, “se ha tratado de disminuir este tipo de metal”.

Al abordar parte de su investigación el estudiante indicó que la producción de cloro ha tenido un alto impacto desde la guerra industrial, “incluso las amas de casa lo utilizan como desinfectante para comida o eliminar cualquier microorganismo patógeno”, señaló Lezama Maximiliano.

Debido a su amplio consumo diversas empresas se dedican a comercializarlo, pero “con tal de producir un buen lote de dicha sustancia no se llevan a cabo las normativas de bajar el pH”, encontrando así residuos de plomo.

Para comprobar lo anterior, generó varias pruebas a distintas marcas comerciales de cloro donde además localizó otros nueve metales pesados y corroboró las especificaciones de las etiquetas en cuanto a densidad, alcalinidad y porcentaje de cloro.

En este análisis, que efectuó en colaboración con su compañera Verónica Segura Pérez, se registró que los niveles de la densidad están arriba de 11, por lo que algunos tienen una alcalinidad sumamente alta.

Al ser imposible que la comunidad deje de utilizar cloro, Lezama Maximiliano recomendó iniciar una campaña para indicar las medidas adecuadas de uso, por ejemplo utilizar guantes al emplear este producto, ya que con el paso de los años una persona puede sufrir artritis.

 

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